
La oración verdadera tiene sus condiciones. Ha de ser ofrecida con un corazón y una mente puros, con ardiente celo, con aplicada atención, con temor y reverencia, con una profunda humildad...
Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad... el que anduviere en él, por torpe que sea, no se extraviará. Is.35,8
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