La invitación que recibe Jesús para comer en casa del fariseo, le da la oportunidad de encontrarse con dos personas muy diferentes, una que se cree justa y otra que se sabe pecadora. Quien se cree bueno, condena a la pecadora y duda de Jesús. La que se siente en deuda, le colma de atenciones sin importarle nada más.
Y Jesús responde con una parábola, cuyo significado es muy fácil de comprender: ama más quien se sabe más perdonado. El deudor al que se le ha saldado una deuda mayor, es el más agradecido.
En deuda con Dios estamos cuando pecamos, y en deuda con El quedamos cuando hemos sido perdonados. Si hemos pecado, debemos a Dios satisfacción y cuando somos perdonados, vivímos con El en deuda de amor.
El fariseo es figura de aquél que, por creerse bueno, desprecia a todo el que no es como él. La mujer, en cambio, es prototipo de todos los que son condenados por lo que hacen, por como viven o simplemente por ser diferentes. Ella se sabe deudora del perdón y eso es lo verdaderamente importante, porque ¿de qué va a ser perdonado quien no tiene de qué pedir perdón?
Sólo el que reconoce su deuda, conocerá la alegría de sentirse perdonado.
Y Jesús responde con una parábola, cuyo significado es muy fácil de comprender: ama más quien se sabe más perdonado. El deudor al que se le ha saldado una deuda mayor, es el más agradecido.
En deuda con Dios estamos cuando pecamos, y en deuda con El quedamos cuando hemos sido perdonados. Si hemos pecado, debemos a Dios satisfacción y cuando somos perdonados, vivímos con El en deuda de amor.
El fariseo es figura de aquél que, por creerse bueno, desprecia a todo el que no es como él. La mujer, en cambio, es prototipo de todos los que son condenados por lo que hacen, por como viven o simplemente por ser diferentes. Ella se sabe deudora del perdón y eso es lo verdaderamente importante, porque ¿de qué va a ser perdonado quien no tiene de qué pedir perdón?
Sólo el que reconoce su deuda, conocerá la alegría de sentirse perdonado.
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