miércoles, 17 de diciembre de 2008

ALEGRÍA





Toda la fiesta de la Natividad es una invitación a la alegría . El nacimiento de Jesús en el relato de Lucas, empieza precisamente con esas palabras del ángel a los pastores en Lc 2, 10-12.

El fundamento de esa alegría es el acontecimiento más grande en la historia de la humanidad: Dios, se ha hecho hombre para compartir con todos nosotros nuestra vida y, lo más importante, Su vida divina. Se hizo igual a nosotros en todo menos en el pecado. Compartió con nosotros tanto alegrías como dolores, elevando así nuestra condición humana a lo más alto.

Desde entonces, la alegría, es para nosotros cristianos ortodoxos, algo que hemos de cuidar y hacer crecer en nuestras vidas. La tristeza, por el contrario, es algo que debemos combatir sin dejarnos vencer nunca por ella.

No es algo secundario o poco importante en la vida de un cristiano, debe ser lo que acompañe siempre su vida… pero ¿Cómo podemos mantenernos alegres cuando la soledad, la lejanía de nuestros hogares y familias, la enfermedad o la muerte de un ser querido y tantos otros sufrimientos forman parte de nuestras vidas ?

Antes de nada, debemos recordar que la alegría del creyente no significa que no tengamos problemas o tensiones. Nos vemos enfrentados a dificultades como cualquier otro ser humano, pero el secreto está en que sabemos apoyarnos en ese Dios tan cercano y amigo como el niño de Belén. Por eso nuestra alegría se esconde en el interior de nuestras almas y se refleja en nuestro vivir diario. Es algo que está ahí, sostenida por nuestra fe en Dios, protegida y compartida("Alégrate") con María, la Madre de Dios.

Un hombre escribió un día en la pared de su celda: "Buscaba a Dios y Dios se me ocultaba; busqué mi propia alma y no la encontré; busqué a mi hermano y encontré entonces a Dios y a mi alma"

Con frecuencia ocurre esto. Cuando no se encuentra la propia alegría , muchas veces se recupera al tratar de aliviar el sufrimiento de los demás, la tristeza del hermano.

Despertar en nosotros la alegría y saber compartirla con los demás es celebrar de verdad la Natividad.

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