lunes, 12 de mayo de 2008

MADRES DEL DESIERTO


Tú, Dios eterno, diste a quienes te temen, para destrucción del enemigo y seguridad de nuestra verdadera vida, la señal de la cruz; esa cruz a la que pertenezco desde las entrañas de mi madre, a la que he amado con todas las fuerzas de mi corazón y a la que desde mi niñez tengo consagrados mi alma y mi cuerpo...
Si en algo te he ofendido por debilidad, de palabra, obra o deseo, Señor, apiádate de mí.

Amma Macrina


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