Beata María, llamada de Egipto, vivía en la mitad del siglo V y al principio del siglo VI. Su juventud no prometía nada bueno. Ni bien cumplió los doce años de edad, María se fue de su casa en la ciudad de Alejandría. Sin la protección de sus padres, joven e inexperta, María se dedicó a la vida viciosa. No hubo nadie que la pudiera parar en el camino de la perdición, pero tentaciones y seductores hubo muchos. Así María vivió 17 años en el pecado, hasta que el Misericordioso Señor la hizo arrepentirse. De acuerdo a las circunstancias, María acompañó al grupo de peregrinos que iban a la Tierra Santa. Sobre el barco, que llevaba a los peregrinos, María seguía pecando, tentando a los hombres. Cuando llegaron a Jerusalén ella fue con los peregrinos a la iglesia de la Resurrección. La gente, en una masa compacta, entraba a la iglesia, pero María fue parada por una mano invisible en el umbral de la iglesia. No pudo entrar por más esfuerzos que hizo. Aquí ella comprendió que el Señor no le permitía entrar al lugar santo por ser pecadora. Aterrorizada y muy arrepentida ella empezó a pedir a Dios perdón por sus pecados y prometió corregirse. Viendo en la entrada de la iglesia el icono de la Madre de Dios, María empezó a pedirle a la Madre de Dios que la intercediera delante de Dios. Después de ésta oración ella empezó a sentir en su alma serenidad y pudo entrar en la iglesia sin ningún impedimento. Llorando mucho al lado de la tumba del Señor ella salió de la iglesia hecha otra persona. María cumplió su promesa de cambiar su vida. Saliendo de Jerusalén, se fue al desierto del Jordán y ahí estuvo casi medio siglo, completamente sola ayunando y rezando. Así con los severos esfuerzos espirituales María de Egipto pudo hacer desaparecer todos sus deseos pecaminosos e hizo que su corazón fuera un limpio templo del Espíritu Santo. Starez Zósimo, quien vivía en el monasterio de Juan el Bautista, cerca de Jordán, por la providencia de Dios, pudo encontrarse con María en el desierto cuando ella ya era anciana. Él fue sorprendido por su santidad y su don de clarividencia. Una vez él la vio durante la oración como suspendida sobre la tierra, otra vez yendo sobre el río Jordán como sobre la tierra. Despidiéndose de Zósima, beata María le pidió que viniese otra vez dentro de un año para que ella comulguara. Starez regresó en el tiempo pactado y le dio la sagrada comunión. Después, al año cuando regresó al desierto esperando ver a la santa, la encontró muerta. Starez sepultó los restos de la beata María allí mismo en el desierto con la ayuda de un león, quien con sus garras cavó la fosa para sepultar a la beata María. Ella falleció en el año 521. Así, de una gran pecadora, beata María se convirtió con la ayuda de Dios en una gran Santa y nos dejó un buen ejemplo de arrepentimiento. Se la recuerda el 1° de abril y el quinto domingo de la Cuaresma.
Una lectura bíblica del Domingo de Santo Tomás (Juan 20:19-31 y Hechos
5:12-20)
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[image: El Resucitado y Santo Tomás]
O
cho días después de la Resurrección, leemos en la Divina Liturgia por
segunda vez acerca de la aparición del Cristo...
Hace 6 años
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